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Fachada del hospital Salvador B. GautierSanto Domingo, RD. —23 de abril del 2025
A casi quince días del colapso que sacudió a la emblemática discoteca Jet Set, Jenniffer Tavera, de 24 años, aún se recupera entre el dolor y los recuerdos más difíciles de su vida. La joven, una de las pocas sobrevivientes del trágico desplome, permanece ingresada en el Hospital Salvador B. Gautier, a la espera de un injerto de piel en uno de sus miembros inferiores.
"¡Lo peor que he pasado!", expresó Jenniffer con la voz entrecortada. "Nunca perdí la conciencia. Estaba atrapada, con las piernas bajo dos rocas enormes. Sentía miedo, pensé que iba a perder la pierna izquierda".
La tragedia ocurrió la madrugada del martes 8 de abril, cuando el techo del Jet Set colapsó en plena fiesta amenizada por el merenguero Rubby Pérez, cobrando la vida de 232 personas, entre ellas el propio artista y la gobernadora de Monte Cristi, Nelsy Cruz. Más de 180 personas resultaron heridas.
Jenniffer relató que una mezcla de polvo, gritos, oscuridad y dolor llenó el ambiente tras el estruendo. "Sentí que el tiempo se detuvo. Había una señora frente a mi herida, alguien llorando detrás y otra persona debajo de los escombros tocando mi pierna. Fue impactante", dijo.
Este miércoles, el empresario Antonio Espaillat, propietario de la discoteca, rompió el silencio en una entrevista con Edith Febles. Reveló que la edificación presentaba filtraciones desde los años 80 y que nunca recibió inspección estatal. En la azotea del club funcionaban seis aires acondicionados y tres tinacos, mientras se realizaban trabajos en los plafones de yeso.
Espaillat afirmó que desconocía las causas del colapso y espera que la investigación determine responsabilidades. Mientras tanto, familiares de las víctimas ya han interpuesto al menos cuatro querellas, entre ellas una por parte de Cynthia Mercedes Nadal Porro, madre de Catherine Najri, quien exige una indemnización de 300 millones de pesos.
Las denuncias no solo apuntan al propietario, sino también al Estado dominicano y a la Alcaldía del Distrito Nacional por supuesta negligencia en la supervisión de la estructura.
El lugar de la tragedia permanece acordonado con cinta amarilla, custodiado por agentes policiales, y convertido en un altar improvisado con flores, fotografías, velones y mensajes en honor a las víctimas.
Jenniffer, aún conmovida, concluyó: “Ver personas que minutos antes bailaban y luego estaban muertas... eso no se me va a olvidar nunca”.
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