
Más allá de la competencia y el merecimiento
Muchas veces, la autoestima se asocia con la competencia y el merecimiento. Sin embargo, una persona puede ser altamente competente y aun así no sentirse merecedora de sus logros, lo que le impide disfrutarlos. Por otro lado, alguien que se siente merecedor sin contar con las habilidades necesarias puede caer en la autocomplacencia.
La clave radica en comprender que la autoestima no depende únicamente de nuestros éxitos o fracasos, sino del valor intrínseco que nos otorgamos como seres humanos.
El amor incondicional a uno mismo
El experto Enrique Caballero define la autoestima como “el amor incondicional a uno mismo”, una idea que nos invita a aceptarnos sin juicios ni condiciones. Este amor propio no es egoísta ni implica culpa; más bien, nos libera de la necesidad de buscar aprobación externa y nos ayuda a construir una base sólida para el bienestar emocional y el crecimiento personal.
Cuando cultivamos este amor incondicional, nos permitimos fallar, aprender de los errores y avanzar con confianza y resiliencia.
La autoestima como camino de autodescubrimiento
Más que un destino, la autoestima es un proceso continuo de autodescubrimiento y aceptación. Es un viaje que nos anima a abrazar nuestra singularidad, celebrar nuestros logros y perdonarnos por nuestras equivocaciones.
Recordemos: La autoestima es un regalo que nos permite vivir con mayor libertad, autenticidad y plenitud. Nos recuerda que somos valiosos, capaces y merecedores de amor y felicidad, simplemente por ser quienes somos.
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