Si estudia la Biblia, te liberas
Por Alfonso Alvarez, www.laspalomastv.com
Las Palomas, R.D. 10 de febrero del 2025
Primera lectura. comienzo del libro del Génesis (1,1-19):
Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra estaba informe y vacía; la tiniebla cubría la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Dijo Dios:«Exista la luz». Y la luz existió.
Vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla. Llamó Dios a la luz «día» y a la tiniebla llamó «noche».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero. Y dijo Dios: «Exista un firmamento entre las aguas, que separe aguas de aguas». E hizo Dios el firmamento y separó las aguas de debajo del firmamento de las aguas de encima del firmamento. Y así fue. Llamó Dios al firmamento «cielo».
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo. Dijo Dios: «Júntense las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezca lo seco». Y así fue. Llamó Dios a lo seco «tierra», y a la masa de las aguas llamó «mar». Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios: «Cúbrase la tierra de verdor, de hierba verde que engendre semilla, y de árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra». Y así fue. La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero. Dijo Dios: «Existan lumbreras en el firmamento del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años, y sirvan de lumbreras en el firmamento del cielo, para iluminar sobre la tierra». Y así fue. E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche; y las estrellas. Dios las puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche y para separar la luz de la tiniebla. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 103,1-2a.5-6.10.12.24.35c
R/. Goce el Señor con sus obras
Bendice, alma mía, al Señor,
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto. R/.
Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas. R/.
De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto. R/.
Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría;
la tierra está llena de tus criaturas.
¡Bendice, alma mía, al Señor! R/.
Segunda Lectura
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,53-56):
En aquel tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron. Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas. En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se curaban.
Palabra del Señor.
MENSAJES:
MENSAJE ESPIRITUAL DE LA PRIMERA LECTURA:
La creación del mundo nos recuerda el poder absoluto de Dios, quien con su palabra da forma a todo lo que existe. Él es el origen de la luz, de la vida y del orden. Su obra es perfecta y buena, invitándonos a confiar en su plan ya cuidar la creación.
MENSAJE ESPIRITUAL DEL SALMO:
El salmista nos lleva a alabar la grandeza de Dios, manifestada en la belleza del universo. Todo lo que existe refleja su sabiduría y amor. Nos llama a reconocer la presencia divina en la naturaleza ya glorificar al Señor con gratitud.
MENSAJE ESPIRITUAL DEL EVANGELIO:
Jesús, al llegar a Genesaret, es reconocido de inmediato y la gente acude a Él con fe, buscando sanación. La respuesta de Jesús es siempre de amor y misericordia, mostrando que el encuentro con Él transforma vidas. La fe auténtica nos abre a su gracia sanadora.
REFLEXION FINAL:
Desde la creación hasta la redención, Dios se nos revela como el origen de la vida y la luz. Su amor nos sostiene, nos da propósito y nos sana. Hoy, Él sigue actuando en nuestras vidas, iluminando nuestro camino y restaurando nuestros corazones. ¿Tenemos la misma fe de aquellos que buscaban a Jesús para ser sanos? Confiamos en Él y permitamos que su luz guíe nuestras vidas.
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