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Doña Juana Emiliano, madre de Francisca Emiliano, se encuentra devastada tras conocer que Bernardo Figueroa Ferreira, a quien acogió como un hijo, es el principal acusado de la muerte de su hija.


Doña Juana Emiliano con la foto de su hija.Víctor Ramírez

Por Alfonso Alvarez, www.laspalomastv.com

Santo Domingo, RD, 02/10/2025


Doña Juana Emiliano, una mujer de 84 años, no podía imaginar que la persona a quien brindó su techo, alimentación y apoyo durante años se convertiría en el principal imputado en la muerte de su hija, la maestra jubilada Francisca Emiliano.

“Ese hombre no era un desconocido”, lamentó doña Juana entre lágrimas, mientras relataba cómo conoció a Bernardo Figueroa Ferreira, un abogado a quien ayudó desde sus inicios en el sector Batey Bienvenido, en Santo Domingo Oeste.
"Vivió en una de mis casas sin pagar nada, lo ayudé a estudiar, lo trató como un hijo", relató, visiblemente afectado por el descubrimiento de que Figueroa Ferreira había cometido tan terrible crimen.

Según los familiares de Francisca, Figueroa tenía un historial de abusos de confianza, incluyendo una etapa en la que intentó cortar a la fallecida, lo que originó varios enfrentamientos entre ambos. Sin embargo, la gota que colmó el vaso fue un conflicto relacionado con un terreno, que el abogado intentó apropiarse de manera ilegal, lo que llevó a Francisca a llevar el caso ante la justicia. La cita judicial fue el último acto que ella realizó antes de desaparecer.

Erideivi Martínez, uno de los nietos de la víctima, detalló cómo Figueroa planificó el crimen. Según los testimonios familiares, el abogado manipuló a un sobrino de Francisca para que ella se acercara a su casa a entregarle una citación judicial. Al llegar allí, Figueroa la golpeó brutalmente en la nuca con un palo, la amordazó y luego la metió en una maleta.

Mientras la familia de Francisca buscaba desesperadamente a la profesora, Figueroa se mostraba tranquilo y con una sonrisa, incluso llegando a decir que la desaparecida "era una bruja" y que "andaba volando".

Francisca, una maestra jubilada que dedicó su vida a enseñar a niños, jóvenes y adultos en el barrio, es recordada por su labor altruista. "Mi abuela no se metía con nadie, siempre estaba para ayudar", comentó Samuel, otro de los nietos.

Doña Juana, visiblemente devastada, también reveló que el abogado había sido encargado de cobrar los alquileres de sus propiedades, pero que siempre existían excusas y el dinero nunca aparecía. Fue ella misma quien le retiró esta responsabilidad.

Tras cometer el crimen, Figueroa intentó ocultar el cuerpo de la víctima con la ayuda de un nacional haitiano, introduciendo el cadáver de Francisca en una maleta y abandonándolo cerca del río Haina. Ambos fueron detenidos por la policía, y el abogado fue enviado a prisión preventiva por tres meses en Najayo Hombres.

"Él debe pagar por lo que hizo. Mataron a una mujer que aportaba a la sociedad", expresó Samuel, el nieto de Francisca.

El haitiano involucrado en el crimen también permanece detenido en la prisión de La Victoria, mientras que la familia exige justicia para la víctima.

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