¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los testigos: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo. Si aceptamos el testimonio humano, más fuerza tiene el testimonio de Dios. Éste es el testimonio de Dios, un testimonio acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios tiene dentro el testimonio. Quien no cree a Dios le hace mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y éste es el testimonio: Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo tiene la vida, quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Os he escrito estas cosas a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 147,12-13.14-15.19-20
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,12-16):
Palabra del Señor.
MENSAJES:
MENSAJE ESPIRITUAL DE LA PRIMERA LECTURA:
El mensaje espiritual central es que la victoria sobre el mundo se logra mediante la fe en Jesús, el Hijo de Dios. Este pasaje nos recuerda que Dios ha dado testimonio de su Hijo, y este testimonio se manifiesta en el Espíritu, el agua y la sangre. Creer en Jesús nos otorga la vida eterna, porque en Él está la verdadera vida.
Reflexión: Confía plenamente en Jesús como el Hijo de Dios, pues en esa fe radica la verdadera victoria y la esperanza de la vida eterna.
Reflexión: Reconoce las bendiciones que Dios derrama constantemente en tu vida. Agradece y glorifica su nombre con alabanza sincera.
Reflexión: Acércate a Jesús con fe y humildad, confiando en su poder para sanar y transformar. Busca momentos de oración personal para renovar tu espíritu y fortalecer tu relación con Dios.
REFLEXION FINAL:
La fe en Jesús es el camino hacia la vida eterna, el agradecimiento a Dios nos conecta con sus bendiciones, y la oración nos da fortaleza y paz en el día a día.