El presidente surcoreano Yoon Suk Yeol desató una crisis política sin precedentes al imponer la ley marcial, una medida que no se veía en el país desde hace más de cuatro décadas. Sin embargo, ante el contundente rechazo del Parlamento y la presión de millas de manifestantes, se vio obligado a revocar la orden apenas horas después.
El anuncio inicial, realizado la noche del martes, justificaba la suspensión del mando civil con el argumento de "proteger a Corea del Sur de amenazas comunistas provenientes del Norte". El decreto militar prohibía actividades políticas, huelgas, congregaciones sociales y daba control total de los medios a las autoridades militares.
En un acto de resistencia democrática, el Parlamento logró anular la medida. Diputados opositores se enfrentaron a las tropas que bloquearon el ingreso al recinto, logrando votar en medio del caos. La decisión fue celebrada por miles de ciudadanos que, desafiando el intenso frío, exigían la renuncia del mandatario y su arresto.
Horas después, Yoon compareció nuevamente en televisión para anunciar la retirada de los militares y la revocación de la ley marcial. Desde entonces, se desconoce su paradero.
En caso de destitución definitiva, Corea del Sur tendría que convocar elecciones presidenciales en un plazo de 60 días, profundizando la incertidumbre política en un país considerado hasta ahora un bastión democrático en Asia.
Corea del Sur enfrenta un punto de inflexión que podría redefinir su estabilidad política y su posición en el panorama internacional.
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