Hubo un tiempo en que estabais muertos por vuestros delitos y pecados, cuando seguíais la corriente del mundo presente, bajo el jefe que manda en esta zona inferior, el espíritu que ahora actúa en los rebeldes contra Dios. Antes procedíamos nosotros también así; siguiendo los deseos de la carne, obedeciendo los impulsos de la carne y de la imaginación; y, naturalmente, estábamos destinados a la reprobación, como los demás. Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo –por pura gracia estáis salvados–, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. Somos, pues, obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 99,2.3.4.5
R/. El Señor nos hizo y somos suyos
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,13-21):
Palabra del Señor.
MENSAJE ESPIRITUAL:
MENSAJE DE LA PRIMERA LECTURA:
En la primera lectura, San Pablo nos recuerda que, aunque éramos pecadores, Dios nos salvó por su inmensa gracia. No por nuestras obras, sino como un don gratuito de su amor. Así, nos invita a vivir en Cristo, dedicados a las buenas obras que Él nos ha asignado, pero siempre conscientes de que nuestra salvación no depende de nuestros propios méritos.
MENSAJE DEL SALMO:
El Salmo complementa este mensaje, reconociendo que somos obra del Señor, su pueblo y ovejas de su rebaño. Alabamos su bondad eterna y su fidelidad a lo largo de todas las generaciones.
MENSAJE DEL EVANGELIO:
Finalmente, el Evangelio nos enseña a no depender de las riquezas materiales. A través de la parábola del hombre rico, Jesús advierte que la vida no consiste en acumular bienes, ya que al final, todo puede desaparecer. Lo importante es ser ricos ante Dios, confiando en su providencia y en los valores espirituales.
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