Estas lámparas de seguridad no solo servían para iluminar a los mineros, sino también para protegerlos de posibles accidentes. Dotadas de un diafragma, un tamiz y un cristal protector, estas linternas eran herméticas para evitar explosiones de grisú, un gas inflamable común en las minas.
La linterna olímpica está diseñada para proteger una llama pequeña y frágil de los elementos, como la sal, la humedad, el agua y los fuertes vientos. En caso de vientos extremos, se puede cubrir con una caja de plexiglás y permanecer en el interior del barco. Además, está equipada con filtros de partículas que reducen las emisiones de humo y limitan cualquier riesgo de incendio.
Para mantener encendida la llama, es necesario rellenar el tanque de la linterna con 50 mililitros de parafina líquida y cambiar la mecha cada 15 días. Durante su travesía a bordo del velero, la llama fue vigilada constantemente por tres guardianes, quienes movían la linterna con un asa, evocando así los gestos ancestrales de los mineros.
En caso de que la llama se apagara, otra linterna de minero contenía una segunda llama, mientras que otras dos llegaban volando desde Grecia como respaldo.