José Veras, uno de los residentes afectados, relata la situación alarmante que enfrentan día a día. Los asaltos son frecuentes y no parecen tener horario establecido, lo que ha generado un clima de temor entre los habitantes. Veras lamenta que incluso todos los miembros de su familia hayan sido víctimas de la delincuencia, incluyendo a su hija, quien fue baleada durante un atraco hace cuatro meses, incidente que según él, no recibió el seguimiento adecuado por parte de las autoridades.
El panorama en Engombe se ve afectado por calles sin asfaltar, numerosos hoyos, y la presencia de cámaras de vigilancia en las viviendas, que reflejan el intento de los residentes por protegerse ante la inseguridad reinante. Cristina Aguero, de 82 años, relata cómo se ve obligada a mantenerse encerrada en su hogar por temor a ser víctima de la delincuencia, destacando la necesidad de un aumento en el patrullaje policial en la zona.
Incluso lugares emblemáticos como Las Ruinas de Engombe, que solían ser destino de sesiones fotográficas, han visto reducida su afluencia de visitantes debido a la inseguridad. Fotógrafos como Juan Rosa se sienten vulnerables ante la posibilidad de ser asaltados mientras trabajan en el área.
Los comercios también han sido blanco de los delincuentes, sin obtener respuesta satisfactoria por parte de las autoridades, a pesar de presentar pruebas como videos y fotografías de los incidentes.
A pesar de las protestas realizadas por los residentes en busca de mayor seguridad, la situación persiste y los asaltos continúan, dejando a los moradores de Engombe en un estado de vulnerabilidad constante.