El presidente electo Bernardo Arévalo saluda a la cabeza de una marcha contra la interferencias gubernamentales en las elecciones que ganó en agosto. (AP Foto/Moisés Castillo, Archivo)
Las tensiones en torno a la bancada de Semilla han generado un bloqueo en la instalación del nuevo Congreso, encargado de tomar juramento al presidente electo. Como resultado, la ceremonia de investidura presidencial, programada para este domingo, se ha retrasado significativamente.
A pesar de este golpe político, Arévalo se mantiene firme. A través de las redes sociales, expresó su presencia en el Teatro Nacional para la ceremonia de investidura, sin hacer comentarios directos sobre la decisión del Congreso con respecto a los diputados de su partido.
La incertidumbre sobre la investidura ha llevado a representantes de Estados Unidos, la Organización de Estados Americanos (OEA), la Unión Europea y presidentes latinoamericanos presentes en Guatemala a urgir al Congreso a proceder con la transferencia de poder a Arévalo.
El presidente electo, un sociólogo, exdiplomático y filósofo de 65 años, ha enfrentado previamente una ofensiva judicial que él denunció como un "golpe de Estado" liderado por la élite política y económica del país. A pesar de estos desafíos, Arévalo, quien ganó las elecciones con un contundente 60% de los votos, ahora enfrenta la tarea de liderar el país en medio de una situación política complicada.
Los observadores sugieren que la recuperación de instituciones cooptadas por la corrupción es una de las prioridades más urgentes para Arévalo. Sin embargo, su gabinete, recientemente anunciado, ha generado controversia entre sus seguidores debido a la inclusión de figuras del sector privado y la falta de representación indígena.
La investidura de Bernardo Arévalo representa un momento crucial para Guatemala, con la esperanza de que el nuevo presidente pueda abordar los desafíos políticos y sociales que enfrenta el país, marcando así un nuevo capítulo en su historia.