Un bombero camina entre los escombros y los restos de un incendio en un mercado, luego de un terremoto, en Wajima, en la prefectura de Ishikawa, Japón, el 2 de enero de 2024. (Kyodo News vía AP)
En la misma región, la cantidad de desaparecidos asciende a 103, con edades comprendidas entre los 8 y los 95 años, según los últimos datos proporcionados por los ayuntamientos locales y difundidos por la cadena pública de radiotelevisión NHK.
La península de Noto, la zona más afectada por la tragedia, enfrenta desafíos significativos debido a los daños en las carreteras y las recientes nevadas. Estas condiciones dificultan las operaciones de los equipos de asistencia en un momento en el que miles de personas continúan viviendo en refugios y muchas otras carecen de acceso a servicios básicos como luz, agua y comida.
El terremoto de magnitud 7,6, ocurrido el 1 de enero, causó daños sustanciales en infraestructuras básicas, y una semana después, el Gobierno central aún no puede realizar una evaluación completa de la destrucción generada por el sismo.
Las localidades más afectadas, Wajima y Suzu, registran la mayoría de las víctimas mortales y desaparecidos, con 31 y 48 residentes, respectivamente, cuyo paradero aún se desconoce. Las difíciles condiciones climáticas y la interrupción en el suministro de agua y electricidad afectan a aproximadamente 15,000 casas en estas áreas.
Con más de 200 refugios albergando a unos 18,000 habitantes en ambas localidades, la entrega de suministros, especialmente en áreas de difícil acceso, es una preocupación creciente para el Gobierno. Además, se estima que más de 2,000 personas en Ishikawa permanecen aisladas debido a los daños en carreteras y caminos.
La falta de agua potable y saneamiento, combinada con las condiciones climáticas adversas, plantea preocupaciones adicionales sobre la salud pública en la región afectada. El terremoto de la semana pasada ya es el más mortífero en Japón desde el de 2011, que provocó un devastador tsunami y el desastre nuclear de Fukushima.